¿Es Internet de las Cosas (IoT) una burbuja? Por un lado se dice que su crecimiento va a ser explosivo e inminente, por otro el sentimiento de los que estamos en esto es “bueno… ya se verá”. En la pasada feria CES de la Las Vegas, referente de la industria, no se apreció que realmente el crecimiento vaya a ser explosivo, ni mucho menos inminente.

IoT va despacio

Lo que realmente tenemos ahora son gadgets para el primer mundo. Objetos que no solucionan realmente problemas, nada que no estuviera resuelto antes y que a duras penas están en las “listas de deseos” de los compradores, ni mucho menos en los “carritos de compra”. Además su impacto está reducido al primer mundo. Y ni siquiera a todo el primer el mundo, en España no hay apenas introducción (considerando España perteneciente al primer mundo, claro)

Quizás una explicación del porqué del retraso en la expansión de IoT está en su propia definición. Internet de las cosas con son dispositivos que obviamente ya están conectados a Internet desde hace años como los ordenadores, teléfonos inteligentes, tabletas, etc. Internet de las cosas hace referencia a cualquier dispositivo conectado, y esto no es solo fabricar un objeto con conexión IP. IoT obliga cambios estructurales muy profundos, desde los propios consumidores, las empresas, los fabricantes, las administraciones públicas, etc. Lo que hasta ahora era sólo físico debe transformarse en un binomio físico digital. Cualquier cosa conectada pasa a comportarse como cualquier producto que siempre ha sido digital. Cada aparato dejará rastro, intercambiará datos, informará de su uso, ubicación, estado. Es decir, cada objeto podrá ser rastreado, controlado a distancia, personalizado y actualizado. Cada maquina podrá mejorar su funcionalidad a lo largo de su vida, incluso adquirir comportamiento predictivos, de inteligencia artificial que les permita un mejor funcionamiento autónomo o más colaborativo. Y esto es gracias a la parte digital del producto.

Evolución IoT

Los informes anuales que se publican sobre el panorama de Internet de las Cosas nos muestra la evolución de esta industria desde 2013 en el que se empezó a dar forma. Parecía que a finales de 2014 era imparable, pero a principios de 2016 sigue siendo una promesa. No significa que no se vaya a cumplir las expectativas iniciales en cuanto a dispositivos conectados o volumen de mercado, creo que lo que nos dice es que no será tan rápido. Tardará más años, incluso décadas

¿Por qué está tardando?

¿Recuerdas el inicio de Internet, o los primeros teléfonos digitales? Hay grandes diferencias con lo que ahora significan estos conceptos. Y nadie duda del alcance de Internet, y la mayoría de los usuarios confían en su teléfono inteligente, y lo usan para gran cantidad de tareas que hace 10 años ni se les ocurriría. Pero ha pasado eso, 10 años en los móviles, y 20 en internet, para que lo aceptemos como una revolución tecnológica.

El IoT de ahora está en un punto de inflexión. Se percibe como que el “futuro está aquí, pero no ha llegado todavía”. Desde ingeribles, wearables, realidad virtual,... hasta hogares, fábricas, vehículos autotripulados y ciudades inteligentes, un nuevo paradigma está emergiendo en nuestras narices. Pero de momento, no se percibe como tal, solo algo incipiente, irregular.

Hay dos grandes grupos de razones que retrasan este progreso.

​Una de ellas es simplemente la inmadurez general del ecosistema. Un aspecto fundamental de la visión de IoT es que no sólo los dispositivos están conectados a Internet, sino que también se conectan entre si. Pero por ahora la interoperatividad, con alguna excepción, no existe. Es un problema evidente y muy comentado: demasiadas normativas y poco consenso con ellas. Por supuesto hay toda una lista de otros problemas, principalmente de tipo técnico, por ejemplo comenzando por la conectividad, sigue siendo sorprendentemente difícil conectar cosas a Internet, en especial en contextos industriales (ambientes húmedos y cálidos, alejados de centros urbanos, sin cobertura de redes de móvil o WiFi). También hay que resolver un montón de incógnitas referidas al Big Data, incluyendo el proceso a nivel local, en el sensor, y a nivel de red, conocido como Fog Computing, para minimizar la necesidad de tener que enviar cantidades ingentes de datos a la nube, de hecho no está claro si la infraestructura actual o la inminente serán capaces de resistir estos tsunamis de datos. Por otro lado, las cuestiones de seguridad y privacidad son de gran importancia para las empresas que están empezando a tener una idea de los problemas a los que se enfrentan, y de hecho estas cuestiones pasarán a ser prioritarias para todos en breve. La normativa y la legislación debe adaptarse también, recientemente ha habido una rápida actividad regulatoria referente a los RPAs (antiguamente se llamaban UAVs o coloquialmente drones) y la misma debe producirse con coches autónomos en breve si no quieren parar esta industria emergente. Los reguladores son lentos, cautos, y van a remolque de la industria, pero no deben pararla. Todos estos problemas tienen solución, pero llevará tiempo.

El otro grupo de razones tiene que ver con el hecho de que, a diferencia de Internet, IoT debe lidiar no sólo con bits, también con átomos. Internet fue una oportunidad increíble de crear un mundo con poca fricción, como suele ocurrir en el mundo del software. En el otro extremo, IoT tiene sus raíces en nuestra vida cotidiana, se debe a lo real, a las leyes de la física, a la distancia y el tiempo.

"La cultura del MVP (mínimo producto viable) no vale para el desarrollo de hardware"

Antes de que los productos puedan convertirse mágicamente en  inteligentes y colaborativos, deben tener la capacidad de conexión. Es decir, lo primero es el hardware. Es curioso cómo la cultura empresarial anterior se acostumbró a grandes pelotazos, poca inversión, sin un plan claro de retorno, simplemente esperar que algún gran monstruo te compre. Y esta es la cultura empresarial que no funciona cuando quieres fabricar cosas con átomos. Diseñar un producto lleva tiempo, y fabricarlo tiempo y mucho dinero. No consiste en copy and paste, ni en ejecutar setup.exe. La cultura del MVP (mínimo producto viable) no vale para el desarrollo de hardware. Una vez que el producto se pone en fabricación, no hay vuelta atrás, salvo pequeñas y muy costosas modificaciones, lo normal es que cualquier cualquier error de diseño requiera meses de retrasos. Las start-ups de IoT suelen tardan en 18 y 24 meses en tener un producto en el mercado (que puedes acortar a la mitad si cuentas con equipos experimentados como ha sido en mis últimos tres proyectos). Pero con el producto listo para venta no acaban los problemas, la distribución viene a continuación. Aunque se consigan ventas importantes  on-line, para mover grandes cantidades necesitas trabajar con retailers (minoristas), que tienen sus propias prioridades y ritmos. Esto puede suponer un año o dos hasta que realmente se consigue tener una red de distribución que permita vender grandes cantidades. Como es lógico, todo esto afecta también al precio, es muy difícil que una start-up de IoT pueda ofrecer productos baratos debido a los costes de los componentes de hardware y a los márgenes que demandan los retailers. Esto a su vez ayuntenta al consumidor (según la encuesta de Acenture 2016, el alto precio es la primera causa de disuasión para el consumo de productos IoT). Cada start-up quiere llegar rápidamente a tener la masa crítica en la que el  producto ofrece una experiencia increíble a través de software, datos, comunidad y en la que el negocio comienza a beneficiarse de las economías de escala, pero la cruda realidad es que muchas (la mayoria) de las start-ups actuales están en la fase de guerra de trincheras donde todavía tienen que hacer frente con éxito a la fabricación y distribución.

Además, fuera de los nuevos espacios, como AR (realidad aumentada), VR (realidad virtual) y RPAs (aviones tripulados a distancia), la mayoría de los nuevos productos conectados pretenden sustituir a sus equivalentes no conectados, a sus versiones “analógicas”. Como resultado, la adopción a gran escala de IoT va a depender de los ciclos naturales de sustitución de estos objetos ya instalados. Por supuesto, los entusiastas de la tecnología y los early adopters (usuarios que se caracterizan por ser los primeros en comprar cualquier novedad) no van a esperar, pero los consumidores en conjunto, incluso las empresas, no parece probable que reemplacen un producto en plena vida útil. Los usuarios pueden cambiar sus teléfonos cada dos años, pero no parece probable que cambien cerraduras, electrodomésticos o bombillas hasta que se acabe su vida útil. En el ámbito industrial la maquinaria es peor aún, los ciclos de vida son superiores, 15 o 20 años. Por supuesto mucha empresas han creado componentes para conectar el hardware existente, por lo que hay un atajo para la adopción de la nueva tecnología. Pero la gigantesca actualización para la transición a un mundo verdaderamente IoT no estará terminada hasta que la conectividad sea nativa a todo lo que se construya o fabrique en las próximas generaciones de hogares, vehículos o fábricas.

"...hay razones para creer que los vehículos autónomos podrían llegar antes de lo esperado..."

Algunas partes del ecosistema pueden romper la tendencia y se mueven relativamente rápido. Por ejemplo, hay razones para creer que los vehículos autónomos podrían llegar antes de lo esperado (hay quien incluso vaticina que en 12 o 18 meses podrían estar circulando). Si algo como esto ocurre, todo el mercado podría acelerar rápidamente, en especial si los fabricantes son capaces de demostrar que los vehículos autónomos son mucho más seguros que los que conducen humanos. Pero aún así, las infraestructuras actuales tendrían que evolucionar para permitir la adopción a escala masiva del vehículo autónomo, y esto sí que llevará años.

El sostenimiento de la puesta en marcha del "Big Bang"

El progreso puede parecer lento para los usuarios finales, pero el ecosistema de las start-ups de IoT está en auge. Es un mercado amplio, en cierto modo, una colección de mercados distintos que tiene mucho en común, pero también siguen una dinámica diferente en cierta medida. Sin embargo, vemos que aparecen nuevas empresas y las jóvenes empresas se escalan en todos los ámbitos.

A partir de principios de 2016, estamos quizás en una explosión de inicio de actividad IoT de 3 o 4 años (técnicamente, un segundo después de una la salida en falso) en especial desde el punto de vista del consumidor de IoT. Las incubadoras lanzan legiones de nuevas empresas. El crowdfunding, a pesar de no ser lo que parecía, proporciona financiación anticipada. Los grandes contratistas chinos se muestran abiertos a las start-ups e incluso invierten en ellas. Proveedores de servicio como Dragon Innovation tienden la mano.

Mientras que Silicon Valley sigue generando empresas increibles, el espíritu de IoT es un fenómeno más amplio, más global. Por ejemplo, en la última CES, 160 start-ups eran francesas.

Aunque la inversión de capital riesgo ha seguido aumentando, lo ha hecho en dolares, pero no en número de inversiones, concentrándose más inversión en menos empresas.

Sin embargo, en general, el hardware es de poco agrado para los las empresas de capital riesgo. en 2015 Fitbit salió a bolsa y fué un hito para comprobar la aceptación de IoT en los mercados, sin embargo muchos inversores siguen prefiriendo el software y ven el hardware como demasiado experimental.  Sin embargo, aunque las necesidades de inversión en hardware son mucho menores que en el pasado, pero todavía se necesitan unos 10M $ de financiación para poner en marcha una empresa de hardware y conseguir tracción suficiente.

Bailando con gigantes

Es importante darse cuenta que las grandes empresas estarán en el ecosistema IoT. Los inicios de Internet fueron muy dinámicos y dieron pie a que nuevas empresas, sin herencia de épocas anteriores, dominaran el mercado. Pero con IoT no está tan claro. Todas las grandes empresas están haciendo inversiones millonarias en departamentos IoT o haciendo adquisiciones de empresas con gran potencial. Para las empresas tradicionales esto supone una oportunidad de pensar de nuevo absolutamente todo, no sólo su modelo productivo, incluso sus distribución. Esto afectará a las nuevas empresas, si tienes éxito tienes grandes posibilidades de venderla a una gran compañía, pero si quieres mantenerla y convertirla en una gran empresa te tocará competir con los grandes, tarde o temprano. Parece razonable pensar, que las start-ups tendrán mayores posibilidades lejos de las zonas más concurridas del mercado y mediante a la asociación con los grandes para disfrutar de sus redes de fabricación y distribución.

Aquí estarán todos los gigantes. No faltará ninguno, demasiado goloso para los grandes.

Conclusión

Internet de la cosas está llegando, no ha llegado. Hay piedras en el camino, pero es un movimiento con una gran inercia que inevitablemente avanzará. El progreso es muy rápido aunque la percepción sea de lentitud, simplemente las estimaciones iniciales no contemplaron la magnitud del cambio.

Fuentes:

“Internet of Things: Are We There Yet? (The 2016 IoT Landscape)” de Mat Truck

Mattermark’s list of the top 100 IoT companies

Igniting Growth in Consumer Technology de Accenture